La palista
internacional María Corbera ha regresado a casa. No es que se hubiese ido de
aquí, del Club Escuela Piragüismo Aranjuez al que pertenece desde hace 17 años,
pero sí que ha vuelto para ocuparse de una de las parcelas técnicas de la
entidad ribereña. Todo un lujo.
“Vine porque necesitaba un cambio y quedarme aquí, en
casita, con los míos”, nos cuenta la piragüista con más medallas oficiales en
la historia de la entidad, 46. “Buscando ayudar más al club les propuse entrenar
a los pequeños y cuadramos mis días de descanso con esta tarea. Ahora entreno y
dirijo”.
Compaginar ambas facetas, la de deportista de alto nivel y
la de entrenadora neófita, aparentemente no le ha causado mucho trastorno. “Me paso prácticamente todo el día en el club”, ríe. “Llego a las nueve,
me voy sobre la una y a las cuatro, si entreno yo, o a las cuatro y media, si es
con los pequeños, estoy de vuelta”.
Sus labores técnicas se desarrollan los miércoles, viernes y
sábados a lo largo de dos horas cada sesión y aunque el grupo también entrena
los domingos, ese es el día de descanso de María.
Los fines de semana, el grupo, más el de la Escuela en la
que además trabajan otros entrenadores, está formado por 35 niños, y entre
semana llega a los veinte de edades benjamín, alevín e infantil, aunque los
infantiles más avanzados ya van con el grupo de cadetes.
Pese a la juventud de María, de 25 años , el grupo le guarda
respeto. “Hago que haya momentos para la
risa pero que guarden la disciplina en el trabajo. Igual porque yo soy así y
porque desde pequeña he sido muy disciplinada. Me gusta que haya esa separación
de comportamientos, lo mismo que cuando estamos en el colegio, cuando estamos
con la familia, cuando estamos en la calle o cuando estamos entrenando”.
María Corbera dice que su condición de deportista que rozó estar en los Juegos Olímpicos de Río
no influye en el trabajo con los pequeños. “Realmente no he hablado nunca con
ellos de eso. Y si lo han comentado alguna vez ha sido cosa de ellos porque por
sus padres, sus hermanos o por las redes sociales saben que he estado fuera
compitiendo. De verdad, si alguna vez me he planteado comentarles algo de eso no lo he
hecho por pura vergüenza. No me sale”.
“Si alguna vez les echo la bronca porque no están atendiendo
como
debiera sí que les cuento que han de aprovechar algo de lo que yo pueda
transmitirles con mi experiencia pero jamás eso de ‘yo he hecho esto, esto y
esto y hay que hacerlo así´. A veces pienso en decírselo pero algo dentro de mi
me lo impide, como si se me encogiera”, expresa divertida.
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Con sus compañeras Lucía Arquero, María Hernández y Carolina Massagués. |
Así pues, María continúa con esa modestia cuando se habla de
ella pese a llevar 17 años en el club y . “Un día una niña me dijo que había hecho
un trabajo sobre mi para el colegio porque tenía que hacerlo de un deportista y
era a mi a quien conocía. Me moría de vergüenza”.
“Estoy muy a gusto y además me he dado cuenta de lo que soy
capaz de hacer con ellos porque aunque sea tímida, en este mundillo no tengo
problema y además tengo mucho carácter. Creí que no iba a tener tanta paciencia
con ellos, que iba a ser demasiado sargento, vaya”, explica María. “Sí que lo soy, de hecho, pero incluso mis compañeros monitores me lo dicen que creían que lo iba a
ser más”.
La rutina invernal
impide salir al agua más de lo necesario pero la entrenadora no nota que
los chicos se quejen demasiado por las sesiones de gimnasio y carrera. “Me ha
sorprendido que incluso me hayan pedido ese trabajo más físico y de salir a
correr, pero luego el fin de semana se desquitan si el tiempo acompaña”.
Así pues, toca dejar la piragua en el hangar. “El trabajo técnico es muy importante. Son movimientos
difíciles que no salen a la primera pero siempre les digo que hoy no les va a
salir, ni mañana, ni al otro pero al siguiente saldrá seguro. Hay que
intentarlo siempre”.
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Con Eva Barrios en el Europeo 2015. |
Y además, sus entrenamientos
Y a todo esto hay que sumarle la jornada propia de
entrenamientos de una palista de su categoría. “Los lunes, martes y jueves, por
la mañana y por la tarde, miércoles y viernes por la mañana y el sábado depende
si mañana y tarde o sólo mañana”.
Muchos años fuera de casa, en diferentes Centros de Alto
Rendimiento, le han hecho un poco de mella. “Después de este último año y medio en
el que no estaba tan a gusto echaba de menos sentirme como me siento ahora
mismo, con ilusión por volver a entrenar, por mejorar, de disfrutar como siempre
he hecho. Porque por unas cosas o por otras lo que me había hecho disfrutar
siempre con el piragüismo había desaparecido. Me decía ‘mañana
va a ir bien’ porque sabía que era una etapa y que pasaría y que soy demasiado joven para dejarlo. Así que aquí estoy, con otras metas".
La desilusión por haberse quedado a las puertas de Río
también ha contribuido a buscar otros horizontes. “Psicológicamente siempre he
tenido una fortaleza para evitar esa presión. Era un objetivo pero
interiormente sólo con mejorar ya me satisfacía. Al año siguiente seguí
luchando por ello con el K-4, porque es un sueño que siempre he buscado, pero como pasa ahora con los niños, hay que buscar
el superarse, progresar, darlo todo… y si no lo haces hoy lo conseguirás mañana.
En esto, como en todo en la vida, no vale sólo el resultado porque eso sí que
te mete presión y te hace estar pendiente de los demás. Y además, en nuestro
deporte influyen muchos factores que ni siquiera dependen de ti”.
Conscientes de que hay que aprovechar la oportunidad de tener a María en la plantilla de monitores antes de que comience un nuevo ciclo olímpico, el CE Piragüismo Aranjuez ha puesto todo de su parte para que así sea. "Es un auténtico lujo" -dice el director técnico, Javier Rodríguez- "y además tenerla aquí en casa es una forma de devolverle todo lo que nos ha aportado estando fuera, que se sienta arropada por todo el club".
“Muchas veces me voy a última hora del vestuario y cuando
apago la luz pienso: ‘la próxima vez que
se encienda la encenderé yo´. Y no es algo que me pese. Es mi vida”, concluye María Corbera.